Aceite de ricino

Laxante.

Es un líquido espeso, límpido, incoloro o apenas amarillento, de sabor desagradable y persistente, que se extrae de las semillas del Ricinus communis y actúa como un enérgico purgante irritante. Los principios activos más importantes son el ácido ricinoleico y el isorricinoleico. El aceite de ricino estimula el peristaltismo, por un efecto directo sobre la musculatura lisa intestinal al estimular los plexos nerviosos intramurales. Se ha demostrado que facilita la acumulación de líquidos e iones en el intestino delgado para favorecer el efecto laxante. El ácido ricinoleico se absorbe en el intestino delgado en pequeña cantidad y es metabolizado como cualquier ácido graso en el hígado debido a lo cual se transforma en dióxido de carbono y agua. El comienzo de la acción es entre las 2 y 6 horas luego de la ingestión oral y las heces formadas son de tipo acuoso.

Estreñimiento por disminución de la respuesta motora (constipación atónica) del colon en pacientes geriátricos, alivio en el corto plazo del estreñimiento. Preparación y limpieza del colon para estudios radiológicos o cirugía. Intoxicaciones agudas por drogas o alimentos.

En la actualidad es un purgante que casi no se emplea. Se administran 2 a 10g por vía oral, preferentemente en ayunas, junto con jugos cítricos (limón, naranja) para enmascarar su desagradable sabor.

Confusión, arritmias, calambres musculares, cansancio o debilidad no habitual, eructos, diarrea, náuseas, irritación de la piel.

La administración del aceite de ricino debe ser controlada en los ancianos o pacientes debilitados, ya que puede provocar debilidad, incoordinación e hipotensión como resultado de la pérdida electrolítica. No tomar por la noche.

Diuréticos ahorradores de potasio, suplementos de potasio, ya que el uso crónico de los laxantes puede reducir la potasemia, antiácidos, cimetidina, famotidina, ranitidina.

Embarazo: ya que si se utiliza con frecuencia ocasiona un engrosamiento y aumento de la zona pelviana, lo que puede iniciar la estimulación refleja del útero grávido. Apendicitis o síntomas de apendicitis, hemorragia rectal, insuficiencia cardíaca congestiva, hipertensión, diabetes mellitus, obstrucción intestinal. Dolor abdominal sin que se haya hecho el diagnóstico del cuadro clínico.